Soñar sencillamente con estar en una cabaña al lado de la montaña. En lo alto del valle una cascada desciende por la pared vertical arrullando la mañana con húmedos susurros. Sentir el sol abrazando los terrenos que puede alcanzar con sus manos verticales; percibir su anhelo por atrapar las sombras esquivas.
Imaginar la punzada doliente del acebo, conversar a contraluz, escuchar el profundo contacto con las raíces de la tierra.
Navegar sobre la corriente, ascender hasta donde salpica la tarde. Disfrutar de un sorbo de vida a manos llenas…
Acabo de terminar de leer un libro titulado Demon Copperhead de Barbara Kingsolver. Me ha tenido atrapado en su mundo de paladar intenso. Estoy recuperándome de un proceso vírico que me ha permitido asomarme a la fragilidad que me conforma. Escribo de nuevo sobre las fotografías una amalgama de prosa y verso. Aunque ahora no puedas verlo, el mar preside el horizonte mientras la lluvia golpea los cristales.
Me siento cada día en lo alto de la cofa escudriñando el horizonte para marcar el rumbo adecuado. Triste sería navegar a la contra. Me imagino en el puente al lado del capitán, como si mi voz fuera la que ordena el movimiento del barco.
Me escapo por las fisuras, como agua de deshielo.
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La serie completa contiene 105 fotos disponibles pinchando en el enlace: flickr
En otra ocasión visitamos los Collados del Asón.
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Roberto Molero